Quería haber abierto esta entrada la semana pasada. Pero luego alguien habló más de lo que convenía y tuve que intervenir. Bueno, no tuve, pero lo hice igual. El caso es que, últimamente, en España estamos viviendo un repunte de la divulgación científica. No sólo en internet, donde ya sabemos que hay enormes y grandísimos divulgadores, sino también en secciones de periódicos y algunos magazines de televisión. E incluso tenemos programas en la televisión, tales como Ciencia para Torpes o La ciencia a tus pies, que convierten la ciencia en un espectáculo. También nos hemos deleitado, esta misma semana con el estreno del Cosmos de Degrasse Tyson en castellano. Desde hace un año además tenemos en antena la magnífica Órbita Laika. Y ayer mismo, ADNMax emitió su tercer programa. Parece que la ciencia interesa y mucho. Pero no es oro todo lo que reluce, ya lo sabéis.
La cara y la cruz
No es fácil, claro, colar un programa de divulgación científica. Mucho menos cuando las televisiones los relegan a horarios intempestivos y canales chuscos. Así que es para alegrarse el tener dos programas de realización patria en el que la ciencia sea el motor y el eje central. Es algo que, al menos yo, no consigo recordar en la historia de este país.
Pero, al menos desde mi punto de vista, los dos programas tienen mucho en qué diferir. Tanto como para poder decir que uno es la cara y el otro es la cruz.
Alguien podría decirme que dada mi formación científica puedo tener cierto sesgo hacia el programa con más rigor. O que dada la tirria histórica que le tengo a uno de los presentadores, estoy criticando más emocionalmente que otra cosa. Pero tengo en mi casa un indicador maravilloso que no sólo me confirma que no es mi sesgo lo que me hace apostar por uno y no por otro, sino que realmente hay un formato que funciona y otro que no: mi mujer. Mi mujer, filóloga de formación, es muggle en esto de la ciencia y tiene muy claro lo que le gusta y lo que no. Lo que entiende y lo que no. Y es su criterio el que va a aparecer en este post, no el mío.
Órbita Laika, el ejemplo a seguir.
Vale, es posible que después de un año le hayamos cogido más cariño que a ADNMax y su formato estilo El Hormiguero. Nos hemos acostumbrado a las formas de América Valenzuela, Antonio Martínez Ron, Clara Grima, José Cervera y compañía. Quizá al ser el primer programa que salió en antena haya roto el molde y esperamos que los demás le copien.
Pero entonces es cuando las sabias palabras de mi mujer me dicen que esto no es verdad. Y basta con un simple "pues me he enterado de todo" o "hoy he aprendido que..." para darme cuenta de que Órbita Laika no es un programa más de divulgación, sino que de verdad consigue su objetivo. Repito que quizás por formación a mí me guste más lo que cuentan, no lo sé. Quizá son las curiosidades que siempre quise saber o las que me llaman la atención. Pero uno no se queda "apamplao" mirando a José Cervera explicar cosas en su sección si no se entera de nada. Ni se parte la caja con las movidas de Antonio Martínez Ron cada vez que parece que va a hacer explotar el plató entero. Ni tampoco se pone a buscar qué matemáticas son las que están detrás de los tubos de rayos catódicos (por poner un ejemplo) tras ver la sección de Clara Grima. O le recomienda a sus conocidos las secciones de L. A. Gámez, José Manuel López Nicolás o Raúl Ibáñez. Si esto ocurre es porque el formato funciona.
Y si encima te encuentras a tu mujer explicando el principio del palomar en una reunión familiar y dejando con la boca abierta al cuñao más cuñao de todos los cuñaos, ya no os digo nada.
Porque, como decía antes, parece que han roto el molde para dejan que los demás lo copien y se adapten a una forma de hacer divulgación que llega a sectores que jamás se habían interesado por la ciencia más allá de "¿qué tal hoy en el laboratorio, cariño?".
Dejar que Ángel Martín conduzca el programa ha sido todo un aciertazo. Sabe estar donde tiene que estar, sabe perfectamente cuál es su función y su sitio y sabe tirar de los invitados cuando parecen más aburridos y distraidos. Empezar con sus monólogos y canciones es, quizá, la mejor forma de empezar, relajando ya el ambiente desde el principio, dándote la impresión temprana de que el programa no va a resultar pedante ni agobiante ni tampoco va a llegar a un nivel en el que sólo los más versados van a entender lo que te dicen. Los invitados resultan refrescantes y estimulantes (en casa aún nos acordamos del puntazo que supuso Goyo Jiménez en la primera temporada) en la mayor parte de los casos (Javier Cansado fue un muermo importante).
También hay que señalar lo mucho que ha mejorado el programa. Ya no tenemos que temer por la integridad física de Clara por ahogarse mientras da su sección. Se ha cogido agilidad y la transición entre secciones es mucho más fina y no tan abrupta como podía parecer en los primeros programas. Como digo, esto podría ser porque nos hemos acostumbrado a ello, no lo sé. Pero lo cierto es que ya en la primera temporada se notó la mejoría a lo largo de los programas. Ahora en la segunda, la mejoría se ha confirmado y fijado. Y ahora no hay día de emisión en que no hagamos lo posible para ver el programa, por muy tarde que lo pongan.
Porque si hay que buscarle una pega al programa es su hora de emisión. Un miércoles, cada vez más tarde. Comenzaron a las 23:42. El último miércoles fue a las 23:53. A mí me encanta que TVE haga un esfuerzo por el cine español. Pero tiene seis días para hacerlo. Y ojalá hiciera lo mismo por la ciencia española. Que no lo hace. El maltrato al que está sometiendo al programa se hace cada vez más patente. Y las audiencias empiezan a bajar hasta el punto de ser la mitad en algunos casos que en la primera temporada. Es razonable: el jueves la gente tiene que trabajar, acumula ya cansancio y quedarse despierto hasta casi la una cuando ya llevas todo el cansancio de media semana de trabajo sobre la espalda. En su anterior horario, las 23:00 de los domingos, la gente podía esperar con mucha más facilidad: descanso de fin de semana, fin antes de las doce de la noche... Era bastante más accesible. Ahora mucha gente opta por verlo en la web ante la imposibilidad de verlo en directo. Y estos no cuentan en las audiencias.
Que, de contar, TVE se daría cuenta de que es un programa abocado al éxito al que debería cuidar y mimar.
ADNMax, ¿la promesa por despuntar?
De la misma manera que sólo se me ocurren parabienes y alabanzas para Órbita Laika, para ADNMax lo único bueno que se me ocurre comentar es el horario. Porque sí, porque un domingo a las 21:30 es una gran hora para divulgar ciencia. Porque la gente empieza a cenar o bien ha terminado de cenar hace poco y se sienta en el sofá para descansar un rato. A esa hora, el programa incluso podría durar más tiempo e incluir más cosas que explicar. Bueno corrijo: incluir cosas.
Porque, y retomando el parámetro "mimujer" como dato válido, sólo puedo decir que en los dos programas que llevan hasta ahora sólo ha puesto cara de haba. En el primer programa, tras ver al fisico del principio que metió al tal Keller en aceite, el comentario de mi mujer fue "enlaces covalentes". Fue todo lo que se le quedó. E, inmediatamente después de que terminara el programa, me preguntó: "¿Qué son los enlaces covalentes?".
- Antes de contestarte, ¿qué te ha parecido?
- Pues... no ha habido más que anuncios: un minuto después del bobo (sic) del aceite. Después, trocitos de otros programas de la cadena. Luego otros siete minutos de anuncios. Luego más trocitos de programa. No entiendo qué pinta el rollo de la trampa para ratones. Lo único que ha merecido la pena, las ratas para detectar minas.
Yo coincido con su interpretación. Puede que sólo esté agarrandome a mi propio sesgo cognitivo, sí. Pero siendo que también coincidimos en la valoración de Órbita Laika... me inclino a pensar que no es una simple coincidencia.
Porque ADNMax es una idea estupenda. Sí, un programa de ciencia en la televisión siempre me parecerá una gran idea. Pero creo que el planteamiento es erróneo. Sí, la idea de la productora de Pablo Motos es estupenda, y más sabiendo que en su programa tiene una pretendida sección de ciencia. Que también es una gran idea. Pero creo que el fallo es intentar hacer lo mismo que hacen El Hormiguero: mirarle a la ciencia el culo.
Sí, la ciencia es maravillosa. Es un espectáculo verla. Y se puede convertir en un espectáculo. Pero si no explicas bien el fundamento, si no le das sentido a lo que estás contando, nadie se entera de lo que estás haciendo y se queda en un flash, en unos fuegos artificiales que no dan ningún lustre. Sólo explosiones y fogonazos. Y luego, nada de nada. Absolutamente nada. Esto es lo que creo que le ha pasado (o le pasa) a ADNMax. Sólo se quedan en la parte vistosa de la ciencia, le ponen un vestido bonito, la sacan a la pasarela y al armario otra vez.
De Sardá no hablaré. Nunca me pareció un buen comunicador, nunca me pareció un buen presentador. Ni siquiera un buen showman. Así que para que nadie diga que es porque no le soporto, no diré que me parece un atraso tenerle ahí de presentador.
Cosmos, el maestro
Y podríamos dedicarle este calificativo tanto al de Sagan como al de Tyson. Es el maestro de la divulgación televisiva. Porque tanto el de Sagan y el de Tyson han sido el súmum de cómo llevarnos al conocimiento de todo aquello que nos rodea de una forma amena y sencilla. Mi mujer y yo vimos los dos primeros episodios ayer, tras volver yo de viaje, y fue alucinante verla con la boca abierta, flipando con el universo y la evolución y la forma en que Tyson nos traía todas aquellas maravillas. Mi mujer no podía parpadear siquiera mientras lo veía. Hacer algo así no tiene precio.
Si alguna pega hay que ponerle al programa es, quizá, que hay que tener algo más que una cultura científica básica para seguirlo. Parte de algo más que una formación básica y presupone cierto nivel de cultrua para poder verlo sin perderse. Pero aún así, es, sin duda, lo mejor que se ha visto en divulgación televisiva.
¿Es todo? ¿Aquí muere la divulgación?
No. Estoy seguro de que no. Pero tampoco me preguntéis, soy un humilde escritor de un blog, no un genio de la televisión. Estoy convencido de que quedan muchos escenarios que explotar. Y errores que corregir, por supuesto. Pero el mayor error que hay que corregir es el de darle importancia a la divulgación en televisión.
Alguno me dirá que flaco favor le hago a tan noble objetivo si, en cuanto un programa lleva dos emisiones lo pongo a caer de un burro, pero lo cierto es que el programa adolece de cualquier interés en el momento en que las cosas quedan en el aire, como colgando. Es como si Fernando Alonso consiguiera llevar su MP4-30 con motor Honda hasta la primera posición en Austin y al ir cruzar la meta en la última vuelta, se bajara del monoplaza y lo dejara a escasos cuatro metros de la línea. Sí, no todos pueden ser Órbita Laika y tener a algunos de los mejores divulgadores de nuestro país y contar con el buen hacer de todo el equipo que trabaja en el programa. Pero hacer un Hormiguero con un presentador que está totalmente fuera de lugar no es el camino. Creo que a ADNMax le sobra vestido y le falta contenido. Si el programa lograra reconducirse hacia el lado de la ciencia y no hacia el lado del colorín, con menos fanfarria y más sentido, lograría convertirse en el programa de ciencia que está llamado a ser. Quizá un presentador más como Goyo Jiménez, apasionado de la ciencia (como ya demostró el año pasado) y menos preocupado por dar la nota en el plató y atraer toda la atención sería bastante mejor para un programa que podría ocupar un nicho que lleva mucho tiempo vacío. Quizá unas secciones mejor escogidas y más desarrolladas y pensadas les convertirían en un programa excelente. Y, sobre todo, eliminar los publirreportajes y la autopromoción, que están de sobra.
La sección de L. A. Gámez en Órbita Laika podría ser un gran modelo y principio para otro programa divulgativo. "Pseudociencias, no deje que le engañen". Bueno, quizá para un programa completo no, pero para una sección importante sí. Explicar cómo la homeopatía no puede tener ningún efecto a partir de un límite de dilución. Cómo la física cuántica no valida ninguna memez ni chorrada absurda new age que se le ocurra al pijo posmoderno en el sofá de casa de sus papás.
Si a mí, que en estos menesteres soy un zoquete mareando una perdiz que no voy a poder cazar jamás, se me ocurre alguna cosilla para mejorar el horizonte, ¿cómo no se les va a ocurrir a las cabezas pensantes de la televisión?
Pero seguimos queriendo más ciencia
Y nos da igual. Nos da exactamente igual que el programa zozobre en sus primeras entregas si los errores se corrigen y la nave llega a buen puerto. Nos da exactamente igual que el programa se esconda en un canal de chicha y nabo. Porque lo vamos a ver. Y seremos fieles al programa hasta que lo retiren de la parrilla.
Nos hace falta más ciencia, más espíritu crítico. Porque luego nos pasa lo que nos pasa y tenemos que lidiar con idiotas ilustrados y politicastros iluminados que tienen púlpitos públicos desde los que decir bobadas y mierdas y engañar a la gente.
Y es que los errores, una vez se identifican, pueden corregirse. Pero las chorradas, una vez instaladas en la sociedad, es mucho más difícil desterrarlas.
articulazo, y coincido contigo punto por punto. lo de una seccion mas larga o incluso un programa anti-magufos seria genial :)
ResponderEliminarTienes en la red la gran Escépticos, de L. A. Gámez. Aunque coincido contigo en que una reedición para todo el territorio nacional o un programa nuevo sería un éxito.
EliminarEscépticos era un programa genial, sólo lo pude ver por la web pero apetece más información de este estilo.
Eliminaracabo de leerme tu blog entero , muchas gracias por lo incluido en el , muy pero que muy interesante .Gracias
ResponderEliminarEn esta temporada de Órbitalaika he echado de menos Ciencia en la Cocina, que era ingeniosa, entretenida, y ahora no está José Manuel López Nicolás.
ResponderEliminarEs verdad que un miércoles a medianoche es un pésimo horario para ustedes...Yo, desde Chile, tengo 5 horas menos, y lo veo online pero es un sufrimiento la conexión...pasan los minutos y no veo nada....un estrés innecesario.
La televisión programa muy mal!! Es verdad: una película, puede ponerla a cualquier hora, repetirla, y pasará sin pena ni gloria, pero un programa que nos rejuvenezca las neuronas ¡no!