James Cosmo, interpretando a Jeor Mormont. Fuente. |
Ya, bueno, este no es un blog para ensalzar las propiedades de un Lord Comandante, pero ya sabéis que en este blog se tiene a Canción de Hielo y Fuego en altísima estima, así que dadme un voto de confianza, que ahora os cuento de qué va esto.
¿Quién dirige el sistema inmunitario?
Bueno, vale, no soy demasiado bueno guardando secretos. Pero seguro que ya sabíais que esto iba a ir de inmunología. Tampoco es que sea el tema estrella del blog, ¿no?
Recapitulemos. Estoy seguro de que recordáis todos los artículos que he ido dedicando al sistema inmunitario. No voy a enlazarlos todos, porque los tenéis todos aquí al lado, podéis ir buscando y mirando. O también podéis daros un paseito por el blog, por si encontráis algo que os guste y no sabíais dónde preguntar.
De lo que no me cabe duda alguna es de que, si los habéis leído, os habréis dado cuenta de lo extremadamente complicado que es su funcionamiento. Que si antígenos, que si recombinación, que si anticuerpos... inmunidad innata, inmunidad adquirida, inflamación... Muchas cosas, mucha regulación, muchas moléculas nuevas... Todo esto necesita una coordinación, diréis. Pues sí, efectivamente, la necesita.
Y muchas de estas cosas las puede regular la propia célula que las lleva a cabo. Pero el sistema inmunitario no actúa mediante la actividad de sus células individuales, sino que actúa coordinando la acción de todas ellas para poder funcionar como un ejército: cada quién conoce su función y la ejecuta a la perfección. Pero debe ejecutarla en el momento y el lugar adecuados y dejar de hacerlo cuando debe dejar de hacerlo.
Pues para coordinar esto, están los linfocitos T ayudantes, colaboradores o cooperadores o Th (de helper, ayudante en inglés), los Lores Comandantes del Muro.
Vale, so friki... ¿qué es un linfocito Th?
Como todos los sistemas en el organismo, el sistema inmunitario está formado por células. Y estas células tienen diferentes especializaciones según la función que van a acabar desempeñando.
Las células del sistema inmunitario se dividen en fagocitos y no fagocitos. Esto es, células que comen cosas y células que no las comen. Y dentro de cada tipo podemos encontrar granulocitos (células que tienen gránulos en su citoplasma) y agranulocitos (células que tienen muy pocos o no tienen). Bueno, pues los linfocitos son no fagocitos agranulocitos.
¡Está usted muy cambiado, milord! Fuente. |
Son células de morfología cuasiesférica, con un núcleo redondo que ocupa casi todo el citoplasma de la célula, dejando un pequeño espacio para unos cuantos orgánulos. Su tamaño oscila entre los 9 y los 18 μm de diámetro. Y todos los linfocitos son así: los T, los B y los NK. A nivel visual no podemos distinguir uno de otro a menos que usemos algo para hacerlo (un anticuerpo, claro). Pero sabemos que se distinguen en ciertas moléculas que expresan. Por ejemplo, los linfocitos T expresan todos un receptor de membrana con dos subunidades que tiene un nombre muy, muy original: receptor de células T (abreviado TCR, del inglés T-cell receptor).
¿Todos los linfocitos que expresan el TCR son linfocitos Th? Pues... no. Existen diversos tipos de linfocitos T y, de nuevo, tenemos que servirnos de proteínas que expresan para poder distinguirlos. En este caso, utilizamos unas proteínas de membrana que pertenecen al cluster of differentiation. No me gusta dejar los nombres en inglés, pero en este caso la traducción al castellano es cúmulo de diferenciación y es peor. Así que lo dejaremos en moléculas CD. Los linfocitos Th expresan la molécula CD4. Y por eso se les denomina también CD4+.
Déjate de galones. ¿Qué hacen?
Pues, como ya os he dicho antes, los linfocitos Th son los Lores Comandantes del sistema inmunitario.
Hay muchos tipos de células en el sistema inmunitario y todas deben trabajar en la misma dirección. Así que hay que tener algún tipo de control. De esto se encargan las células Th. ¿Y cómo lo hacen? Pues, como cualquier general, lo hace dando órdenes.
Dejemos clara una cosa: hay células del sistema inmunitario que son totalmente autosuficientes y funcionan muy bien por sí solas. Como cualquier Hermano de la Guardia. Todos son grandes luchadores y sabrían defender el Muro llegada la ocasión. Pero esto es en el caso de las escaramuzas habituales. En cualquier momento puede llegar un grupito de diez o doce salvajes de Más Allá del Muro e intentar atravesar alguna puerta o escalar la pared. Pero cualquier hermano negro puede bajar con unos cuantos compañeros y abatirlos. Claro que habrá bajas, esto es la guerra. Pero no pasará de ahí, se rechazará la invasión y todos a volver a esperar a los Caminantes Blancos, que el cuerno aún ha de sonar tres veces.
Pero, ¿y si la ronca voz del asta da tres alaridos?
Entonces desearéis tener un gran general, un Lord Comandante. Un linfocito Th.
En realidad son muchos. Están en reposo en los ganglios linfáticos, una especie de spa preparado especialmente para los linfocitos que hay en nuestro organismo. ¿Sabéis eso que dicen las madres de "tienes un ganglio inflamao" cuando tenéis un gripazo gordo? Pues eso: tenéis ahí a los linfocitos de juerga padre. Y es que, mientras no se necesiten, los linfocitos están en estado de reposo en los ganglios, esperando el triple toque de cuerno. Cuando éste llega, en forma de presentación de antígenos, es el momento de despertar.
Un general tiene que dar órdenes precisas y concretas para que la batalla se desarrolle como debe. Debe colocar las tropas en los lugares precisos y en los momentos oportunos y que cada cuerpo ataque con sus armas de forma que haga el mayor daño posible al enemigo y derrotarlo. Y esto, precisamente esto, es lo que hacen los linfocitos Th. Muchos recordaréis que Lord Mormont, como comandante de la Guardia de la Noche tenía un cuervo que hablaba. Pues los linfocitos Th también tienen sus propios cuervos.
¡Citoquina! |
Vale, el cuervo de Lord Mormont sólo decía "maíz" y con esto no se dirige un ejército, pero entendedme el símil... Los linfocitos Th tienen cuervos que saben muchas palabras. Muchas.
Desconocemos si el Viejo Oso tenía un nombre para su cuervo. Pero estoy seguro de que nunca se le habría ocurrido un nombre tan feo como citoquina. Sí, también hemos hablado alguna vez de estos cuervos en el blog. Las citoquinas se llaman así porque su descubrimiento fue gracias a que provocaban el movimiento celular (κύτος, célula y κινειν, movimiento). En la actualidad sabemos que hacen mucho más. Las citoquinas que producen los linfocitos Th son, como decíamos antes, los despachos con los que imparten sus órdenes.
Y estos despachos son tan eficientes que, dependiendo de qué hermano la reciba, la orden es distinta. Por ejemplo, un tipo celular puede interpretarlo como una señal de comenzar a dividirse y otro como una orden de alto. En el lenguaje leucocitario, los linfocitos Th son capaces de ordenar a los fagocitos que se dividan o se detengan, de activar la función destructora de sus primos los linfocitos T citotóxicos (que no expresan CD4, pero sí CD8). Otra de sus funciones es la de maximizar el poder bactericida de los macrófagos. E incluso pueden dar la orden de cambiar un arma utilizada en el campo de batalla: su acción puede provocar que los linfocitos B cambien el tipo de anticuerpo que sintetizan (de IgM a IgG, por ejemplo).
Como veis, las órdenes que dan los linfocitos Th son las que hacen funcionar el sistema inmunitario. Pero ¿cómo consiguen dar las órdenes correctas a las células correctas?
Un sistema eficiente de tres pasos
Imaginad lo siguiente: un vigía ve salir de entre los árboles a un hombre vestido con ropas de salvaje y se dan dos toques de cuerno. Se abate al hombre. Y cuando los exploradores salen para retirar el cadáver se dan cuenta de que era un Hermano, aquel a quien habían enviado a espiar a los hombres de Más Allá del Muro. ¿Qué hacemos ahora?
Pongamos otra situación: se dan dos toques de cuerno, se ve a los salvajes venir... pero en el Muro sólo hay mayordomos, no hay hermanos que manejen el arco.
Es decir, el sistema debe ser no sólo eficaz, sino también tener una muy fina regulación que ponga en cada momento la célula adecuada para cada problema. ¿Cómo se consigue esto? Las células Th lo han solucionado utilizando un proceso de tres pasos: reconocimiento, verificación y proliferación.
Reconocimiento: ¿quién viene?
¡Dad la alarma! Algo sale de entre los árboles.
El Lord Comandante ni siquiera es el primero en enterarse de la invasión. Quien primero se da cuenta de que algo no va bien es una célula presentadora de antígenos. Y esta es la encargada de avisar al Viejo Oso, que reposa tranquilo en sus aposentos linfáticos. Allí, el heraldo presenta la descripción de la amenaza. Es decir, se le presenta el antígeno al Lord Comandante. Pero quienes recordéis el libro o la serie, recordaréis que Jeor Mormont era un hombre enérgico. Bueno, los linfocitos Th son un poco indolentes... Sólo son capaces de reconocer a un enemigo. Sólo uno. Imaginad la situación:
- ¡Lord Comandante, despierte!
- ¿Qué demonios quieres? Estaba teniendo un sueño maravilloso...
- ¡Hemos visto algo salir del bosque!
- ¿El qué?
- ¡Un hombre!
- Pues muy bien. Cuando vengan gigantes, me despiertas otra vez.
Como comprenderéis, si cada vez que llegara una amenaza, los linfocitos Th se quedaran ahí quietecitos, cualquier atisbo de especie humana sería un verdadero milagro. Afortunadamente, nuestro sistema inmunitario cuenta con infinidad de Lores Comandantes y si uno no reconoce la amenaza, otro lo hará. ¿Y cómo sabe el heraldo con qué Lord Comandante debe tratar? Pues va probando con distintos TCR.
Al final, el heraldo encontrará un Lord Comandante cuyo TCR responda al antígeno que le presenta. Y es entonces cuando el linfocito Th se pone en marcha. La señal comienza a transmitirse. El primer toque de cuerno ha sido dado.
El Lord Comandante ni siquiera es el primero en enterarse de la invasión. Quien primero se da cuenta de que algo no va bien es una célula presentadora de antígenos. Y esta es la encargada de avisar al Viejo Oso, que reposa tranquilo en sus aposentos linfáticos. Allí, el heraldo presenta la descripción de la amenaza. Es decir, se le presenta el antígeno al Lord Comandante. Pero quienes recordéis el libro o la serie, recordaréis que Jeor Mormont era un hombre enérgico. Bueno, los linfocitos Th son un poco indolentes... Sólo son capaces de reconocer a un enemigo. Sólo uno. Imaginad la situación:
- ¡Lord Comandante, despierte!
- ¿Qué demonios quieres? Estaba teniendo un sueño maravilloso...
- ¡Hemos visto algo salir del bosque!
- ¿El qué?
- ¡Un hombre!
- Pues muy bien. Cuando vengan gigantes, me despiertas otra vez.
Como comprenderéis, si cada vez que llegara una amenaza, los linfocitos Th se quedaran ahí quietecitos, cualquier atisbo de especie humana sería un verdadero milagro. Afortunadamente, nuestro sistema inmunitario cuenta con infinidad de Lores Comandantes y si uno no reconoce la amenaza, otro lo hará. ¿Y cómo sabe el heraldo con qué Lord Comandante debe tratar? Pues va probando con distintos TCR.
Al final, el heraldo encontrará un Lord Comandante cuyo TCR responda al antígeno que le presenta. Y es entonces cuando el linfocito Th se pone en marcha. La señal comienza a transmitirse. El primer toque de cuerno ha sido dado.
Verificación: ¿amigo o enemigo?
En el ganglio linfático donde descansaba el Lord Comandante, ahora es todo frenética actividad. Se ha presentado una amenaza. Pero, ¿es realmente una amenaza?
El Lord Comandante no sólo debe encargarse de ordenar un ataque, sino también de reprimirlo cuando no es necesario. Así que una vez la primera señal se ha producido, si hay que atacar, debe sonar un segundo toque de cuerno. El linfocito Th lanzará ese segundo toque si y sólo si hay una verificación positiva. Del mismo modo que el TCR debía unirse al antígeno para lanzar la primera señal, dicha unión debe ser verificada. Si el antígeno unido al TCR es de verdad de algo ajeno, otro receptor, el CD28, se activará dentro de la célula Th.
Esto desencadena el envío del segundo toque de cuerno, que cambia las órdenes. El primer toque pone en alerta a la Guardia. Si no hay un segundo toque, el linfocito Th no reacciona, se queda en sus aposentos, se dice que se queda anérgico. Pero ante el segundo toque, la Guardia debe ponerse en marcha. La función inmunitaria debe activarse.
Los Hermanos Negros deben luchar.
Proliferación: debe coordinarse el ataque.
Ya está claro, se han dado dos toques de cuerno, han venido los salvajes, hay que actuar. Tras el primer salvaje, aparecerán miles de ellos. A lo largo de todo el Muro. No basta la defensa del Castillo Negro, hay que enviar tropas a Torre Sombría y a Guardiaoriente del Mar. Sin embargo, sólo tenemos un Lord Comandante en alerta. Y está aún en sus aposentos. Un buen general sale de ellos y se pone al frente de sus tropas. Pero hay demasiadas leguas de Muro como para que un solo general se ocupe de todas ellas. Tampoco es que con tres se pueda hacer demasiado. Y, en la situación actual, no hay más que tres castillos habitados.
Vale, que nadie se alarme. Al contrario que Jeor Mormont, nuestro Lord Comandante en alerta puede clonarse a sí mismo. Entre los mensajes que puede enviar el linfocito Th están los que puede enviarse a sí mismo. Y uno de esos mensajes es una orden de "divídete a saco". Sí, también es una citoquina.
De esta manera, tenemos muchos Lores Comandantes que, ahora sí, pueden comandar el ataque. El Muro está a salvo y, con él, los Siete Reinos.
¿Tan importantes son?
Bueno, no os diría esto si no lo fueran. A ver, es comprensible que os suene rarísimo.
Nos hemos pasado décadas llamando ayudantes a células que, como habéis visto, son realmente importantes. No sé si en inglés, helper, tendrá otras connotaciones. Aquí, un ayudante es un subordinado, alguien que está aprendiendo, alguien que no tiene la experiencia suficiente como para tomar la plena responsabilidad de la dirección del ataque.
La importancia de los linfocitos Th en el campo de batalla queda señalada por las infecciones por VIH. En estos pacientes, cuando la infección se activa, el sistema inmunitario queda en una inefectividad tal, que infecciones que pudieran no tener ninguna importancia en un individuo sano, son capaces de producir problemas muy graves, incluyendo la muerte. Esto es, el VIH causa una disminución casi absoluta de la actividad del sistema inmunitario. Para ello, el VIH debe entrar en las células del sistema inmunitario, y esto lo lleva a cabo utilizando el CD4 para unirse a la célula que va a infectar. ¿Recordáis qué células eran las que expresaban esta molécula? Exacto, los linfocitos Th. Por lo tanto, la inmunosupresión mediada por la infección por VIH está causada por la muerte de los linfocitos Th. Y sin ellos, el sistema inmunitario deja de funcionar como debe.
Igual deberíamos cambiarles el nombre a los linfocitos Th.
Mi más sincero agradecimiento a la muggle con la que comparto mi vida, con cuya ayuda inestimable consigo que todo se entienda lo mejor posible sin perder rigor. A mi hermanito Vary de Curiosa Biología y el Cuaderno de Wallace, sin el que este blog no habría nacido jamás ni sería como es. A todos los Borregos Illuminati, a los que quiero y adoro, que sirven de beta testers de lujo. Y por último, pero no menos importante, a ti, lector, por haber llegado hasta aquí.
Igual deberíamos cambiarles el nombre a los linfocitos Th.
Mi más sincero agradecimiento a la muggle con la que comparto mi vida, con cuya ayuda inestimable consigo que todo se entienda lo mejor posible sin perder rigor. A mi hermanito Vary de Curiosa Biología y el Cuaderno de Wallace, sin el que este blog no habría nacido jamás ni sería como es. A todos los Borregos Illuminati, a los que quiero y adoro, que sirven de beta testers de lujo. Y por último, pero no menos importante, a ti, lector, por haber llegado hasta aquí.
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