Es curioso, muy curioso, cómo alguien que se autodenomina erudito, como es el caso del ínclito Fernando Sánchez Dragó, puede ser víctima de su propia estupidez, mostrando un ejemplo de Dunning-Kruger tan flamante y brillante como el que muestra en la publicación que podéis leer en la imagen adjunta. Si vais a la línea pequeñita que hay bajo su nombre, que le acredita como autor de semejante cagarro, veréis un enlace a su tienda online de mierdecitas variadas. Pero, regodeándose en su disonancia cognitiva, ha puesto mal la URL, dando muestras de su verdadera inteligencia.
Lo que pasa cuando un científico oye o lee una chorrada. Vía libre a la indignación. No apto para pieles finas.
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jueves, 26 de marzo de 2015
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