lunes, 6 de junio de 2016

Innombrable, incalificable

Tras haber pasado más de tres meses (en realidad catorce semanas) divulgando sobre ciencia pura y dura, tengo que volver al origen porque siguen ocurriendo cosas que me hacen hervir la sangre. Y es que, igual que me calienta mucho el leer o escuchar ciertas cosas y me pongo de uñas con la gente que las dice, también me toca mucho la bolsa escrotal el extremo contrario. Es precisamente el caso que os traigo esta semana y que, creo, también conviene comentar bajo la lupa de la indignación y el cabreo más absolutos.