lunes, 18 de julio de 2016

Transgénicos: ¿ciencia o política?

Ya sabéis que hace unas semanas se despertó una amarga polémica por la carta que 110 premios Nobel firmaban a favor de la implantación de los transgénicos, acusando a Greenpeace de crímenes contra la humanidad por impedir el desarrollo de, entre otros, transgénicos como el célebre arroz dorado. Mucho se ha hablado ya de esta carta, de estar a favor, en contra, de misantropía, egoísmo... Seguramente todas estas cosas salgan en este artículo, aunque mi objetivo no sea este. Mi objetivo es otro. Hoy quiero hacer una reflexión. Los transgénicos, ¿son una cuestión política o científica?


Ciencia


Esto está claro. No se puede hablar de transgénicos sin hablar de ciencia. Son una tecnología, y la tecnología nace, precisamente, de la ciencia. No se puede, por lo tanto, a la hora de hablar de transgénicos, obviar la evidencia científica. En ningún caso. 

Y es que hay muchos estudios que demuestran la seguridad y eficacia de los transgénicos. Dos de los más amplios son el estudio de Nicolia de 2013, del que ya he hablado en muchas ocasiones por su amplitud, y este más reciente de la National Academy of Sciences. En ellos se analiza toda la evidencia disponible acerca de los transgénicos y la conclusión no puede ser más aplastante: los transgénicos son seguros. Esto es lo que dice la evidencia acerca del uso de los transgénicos.

Y es que no nos damos cuenta, pero en algunos casos, llevamos consumiendo transgénicos varios miles de años. Si no os lo creéis, tened en cuenta el tiempo que lleva consumiéndose y cultivándose el humilde boniato. ¿Cómo? ¿Que no sabíais que el boniato es un transgénico? Pues vaya chasco... Aún así, algunos dirán que no tenemos estudios a suficiente largo plazo como para afirmar que son seguros. O que no hay estudios masivos. Pues bien, para ellos, aparte del ejemplo del boniato, tengo este pequeño estudio hecho con cien mil millones de individuos alimentados con alimentos transgénicos durante los últimos treinta años. Y no han tenido ningún problema ni se ha observado ningún tipo de alteración ni complicación en ellos. ¿No basta esto para convencer a los no convencidos?

Pues resulta que no. Resulta que siguen inventando razones por las que seguir negándose a la implantación de los transgénicos. Alimentar mitos es una de ellas. En estos días, me he encontrado gente que dice que es posible que los genes de los transgénicos acaben incorporándose a los organismos que los consumen. ¿Por qué? Por un artículo en PLoS One que se coló y rebasó el peer-review (que no sé por qué PLoS One es tan duro con algunas cosas y con otras no) que decía que se habían encontrado genes de organismos transgénicos en animales que los habían consumido. Resultó que la presencia de ADN en las muestras analizadas venía de una contaminación, pero los antitransgénicos lo siguen esgrimiendo. Queridos amigos, que no os engañen. Todo lo que comemos tiene genes. Todo. Bueno, el agua, la sal y el azúcar no, pero un buen chuletón, una lechuga, un tomate o una lubina os aseguro que sí que los tienen. Y hasta ahora, en toda la historia de la humanidad a nadie le han salido hojas para fotosintetizar o escamas y agallas, como parecéis temer. Es más, en caso de que se pudieran incorporar esos genes a nuestros genomas, seguimos aquí, ¿verdad? En cualquier caso, si se hubiera producido tal fenómeno, no debe de haber supuesto un impacto negativo en el ser humano o nos hubiéramos extinguido como especie. Al fin y al cabo, llevamos más de diez mil años modificando genéticamente organismos. ¿Por qué el problema viene cuando consigue domesticarse la forma de modificar dichos genes de forma mucho más eficaz?

Otra cosa que se achaca a los transgénicos es que no han conseguido acabar con el hambre en el mundo. Sí, tal cual. Y yo me pregunto, ¿es este su objetivo? No. ¿Es el objetivo de una llave fija reparar un automóvil? No. Pero tiene utilidad en tal menester. Y como los transgénicos, que sirvan para ello o tengan utilidad en ello no quiere decir que sea su objetivo. ¿Es acaso el objetivo de la agricultura ecológica acabar con el hambre en el mundo? ¿Seguro? ¿Cuando cuesta el triple que la agricultura que no lleva el sellito? El objetivo de los transgénicos es otro. Y cada transgénico puede tener un objetivo distinto. Unos serán resistentes a herbicidas, otros eliminarán la necesidad de usar insecticidas, otros serán resistentes a sequía, otros producirán nutrientes en los que pueda haber deficiencias, otros conseguirán eliminar tóxicos de los suelos... ¿Cumplen los transgénicos estos objetivos? Sí. ¿Son seguros al hacerlo? Sí.

Entonces, ¿dónde está el problema?

Política


Los que se quejan amargamente de que los transgénicos son el coco normalmente suelen aducir razones que no lo son en absoluto. Esto es: que son malísimos para el medio ambiente, que causan cáncer, que tienen problemas reconocidos... Y para ello se basan en "artículos" tan nefastos como el de Seralini, que está al nivel del de las vacunas y el autismo de Wakefield: son basura los dos.

Como os he comentado antes, también se inventan que los transgénicos no han podido acabar con el hambre en el mundo. Sin embargo, y aparte de que no es su objetivo principal, ¿de qué forma iban a acabar con el hambre en el mundo? Dicen, y dicen bien, el hambre es un problema político. Y dicen, y dicen mal, que bastaría con llevarles el alimento que tiramos en otras partes del mundo a las zonas que sufren de ese hambre. 

Dicen mal porque aunque en el "mundo desarrollado" tiremos toneladas de alimentos a la basura, ¿cuántas de esas toneladas son alimentos aprovechables? Estaremos de acuerdo en que una gran parte. Pero de entre todo ese alimento aprovechable, ¿cuánto soportaría un transporte a una zona de hambruna? ¿Cuánto llegaría en estado de ser consumido? Tened en cuenta que los alimentos frescos enseguida se estropean y ya no son consumibles sin riesgo. ¿Acaso no importa ése riesgo? Yo diría que es algo que también hay que tener en cuenta. Quizá es por esto que las organizaciones que se dedican a repartir alimentos, donde sea, piden, sobre todo, alimentos conservados o de larga duración. 

Los problemas de la gente que vive en zonas de hambruna, como la deficiencia de vitamina A, no se solucionan con latas de conserva, ni mucho menos. Así que te ofrecen otra solución, más lumbrera aún: ayudémoslos a cultivar vegetales en sus zonas. Esto sería una gran idea, por supuesto. Si no fuera porque, en ese afán conservacionista que tiene Greenpeace, habría que provocar una deforestación masiva para conseguir superficie cultivable suficiente. ¿Estaría de acuerdo Greenpeace en eliminar, qué sé yo, las selvas en las que sobreviven los pocos orangutanes que nos quedan? ¡Si tienen una campaña sobre esto! ¿O en destruir el Amazonas para convertirlo en tierras para cultivo? Pero supongamos que sí, que igual que dañaron las líneas de Nazca, se permiten el lujo de la hipocresía y permiten la deforestación masiva. ¿Qué tipo de de suelo nos quedaría?

Pues en unos casos nos quedarían unas zonas muy húmedas en las que se anega el cultivo antes de que nazca, por las condiciones geoclimáticas; y en otros nos quedarían unos desiertos muy monos a los que habría que llevar el agua con unas conducciones que saldrían muy caras en estas zonas depauperadas. Sin embargo, sí se puede conseguir, de forma relativamente barata... con transgénicos. Con transgénicos resistentes a sequías e inundaciones. 

Pero los transgénicos son caca, ya sabéis.

O, más bien, no han conseguido la implantación y el desarrollo deseados. En esto estoy de acuerdo. Los transgénicos deberían haberse implantado y desarrollado muchísimo más en este tiempo. Pero en esto hay dos problemas. El primero es científico, claro, y es que los resultados no son los que uno quiere y para conseguirlo, puedes estar mucho tiempo experimentando, cambiando, quitando o añadiendo cosas hasta que todo quede como debe estar (igual, con mucha, mucha suerte, lo consigues a la primera) y cumpla con las condiciones de seguridad exigidas. El segundo es político: si los ecoterroristas se dedican a quemar y destruir los campos experimentales, como ha ocurrido, ¿cómo van a solucionarse los problemas si no se detectan? ¿Cómo se van a desarrollar las soluciones si no se permite su desarrollo? Es más, se acusa a los transgénicos de no haber cumplido con sus objetivos en 20 años. Pero yo me pregunto: ¿cómo conseguimos que lo hagan si los ecoterroristas se dedican a boicotear cualquier intento de hacerlo? Eso sí, luego exigirán pruebas de que dichos objetivos se han cumplido.

No, pensadlo. El argumento no hay por dónde cogerlo: "ey, queremos pruebas de que el arroz dorado funciona. Eso sí, cualquier intento de obtenerlas se va a ver boicoteado, porque pensamos quemar los campos experimentales, vamos a mentir sobre sus efectos inventando memeces que sean fáciles de creer y vamos a presionar para crear una normativa absúrdamente compleja. Pero queremos esas pruebas que no os vamos a dejar conseguir". ¿De verdad no se dan cuenta de que están pidiendo cosas que ellos mismos están evitando?

Al final, todo se resume en un miedo a todo lo que es nuevo, tal y como explica mi amigo Guille en su blog. Ya ocurrió con el ferrocarril, que se inventaron toda clase de mentiras, incluso publicadas en revistas como The Lancet. Felizmente, con el ferrocarril hemos acabado dándonos cuenta de lo útil que es y las bobadas que se dijeron sobre las alteraciones en el útero y el cerebro ahora no nos parecen más que eso, bobadas. ¿Ocurrirá lo mismo con los transgénicos? Espero que sí.

En cuanto a los manidos argumentos de monopolio, toxicidad por herbicidas y demás, ya he hablado antes, así que os dejo un par de enlaces y ya vosotros los miráis, no abundaré más sobre ello.

¿Solución?


Parece difícil, pero la realidad es que no lo es tanto. Es tan sencillo como que en temas científicos, las políticas que se hagan deben hacerse única y exclusivamente a la luz de las evidencias científicas. Simple y llanamente eso.

Vendrán ahora los conspiranoicos de "es que es fácil fabricar evidencias". Sin embargo, hay algo que es mucho más tozudo que esa manipulación: la realidad. Y es que cuando se han fabricado evidencias, la realidad ha acabado poniéndolas en su sitio. A Wakefield ha costado 10 años ponerlo donde debe estar, la evolución también ha conseguido desplazar al creacionismo a pesar de la tozudez de sus creyentes... Pero la realidad es la que es y, como suelo decir, por mucho que digas que flotas, la realidad es que a la gravedad le da igual lo que tú digas y acabarás pegándote un piñazo contra el suelo. Lo único que puedes esperar es que sea lo menos doloroso posible.

Para Greenpeace, la carta de los 110 premios Nobel era un piñazo considerable. El truco estaba en saberlo encajar, lamerte las heridas y seguir adelante con las campañas que de verdad han demostrado ser útiles. Pero no. La salida, la lamentable salida de Greenpeace ha sido todo lo contrario: insistir en que flotan. La gravedad, ramera implacable, les va a dar un golpe del que quizá no puedan recuperarse. 

Y es que si la preocupación son los monopolios, la solución también es sencilla: derivar la investigación sobre transgénicos a los entes públicos con financiación independiente. En este caso, no habría monopolio alguno, pues cada ente podría crear los suyos propios, generándose competencia entre unos y otros laboratorios por conseguir antes un transgénico que solucione X problema o lo haga de mejor manera. 

La aplicación de la tecnología CRISPR/Cas9 debería mejorar los tiempos de investigación bastante. Mientras que los transgénicos clásicos conllevan una etapa de selección de viables, esta etapa podría reducirse considerablemente usando CRISPR/Cas9, que permite una mayor exactitud a la hora de colocar un transgén en un genoma concreto. Esto no sólo abarataría los costes, sino que además haría más accesible la tecnología a laboratorios más modestos que no pueden dedicarse a tan altos menesteres por el consumo de recursos que conlleva. De esta manera, conseguimos universalizar la tecnología aún más y llevarla a puntos en que antes no podía desarrollarse por lo caro de la misma. 

En resumen, el debate de los transgénicos debe restringirse única y exclusivamente al ámbito científico, que es el que dará las indicaciones necesarias para las aplicaciones tecnológicas de los mismos. Es aquí, y únicamente aquí, donde debe entrar la política, regulando su uso, estableciendo las condiciones. Pero, e insisto, esto sólo podrá hacerse desde un conocimiento científico válido, correcto y competente, no desde las tripas, la bilis y la ignorancia.

3 comentarios :

  1. Gran entrada sí señor.
    Si me permites te diré que me falta por mencionar un detalle. Cuando se ataca o defiende a los transgénicos, tratarlos como un conjunto es absurdo. Entiendo que cuando se defiende su seguridad e inocuidad, se hace en base al ataque que reciben, que es al conjunto de los transgénicos. Pero estaría bien mencionar que cada transgénico es único. Perdona el atrevimiento.
    Por lo demás muy buen articulo, muy completo.

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    1. Bienvenido al blog.

      Eso mismo es lo que trato de explicar con el siguiente párrafo:

      "Y cada transgénico puede tener un objetivo distinto. Unos serán resistentes a herbicidas, otros eliminarán la necesidad de usar insecticidas, otros serán resistentes a sequía, otros producirán nutrientes en los que pueda haber deficiencias, otros conseguirán eliminar tóxicos de los suelos..."

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  2. Greenpeace es técnicamente una secta apocalíptica. Secta, porque explota a sus bases y a sus activistas como carne de cañón, que ignoran todo sobre el destino de sus cuotas-diezmos.
    Apocalíptica, porque el motor que la mueve y atonta a sus seguidores es un supuesto fin del mundo provocado por el hombre contra el que hay que luchar (cambio climático, transgénicos, etc.).

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