Me vais a permitir que me ponga serio por un momento. Normalmente intento divulgar con un tono desenfadado, que permita llegar más lejos. Pero esta es una de esas ocasiones en las que no voy a dejarme llevar por él. O al menos no por el momento. Y es que voy a escribir de un tema espinoso, un tema que da miedo: el Alzheimer.
El Alzheimer es terrible. Así, con todas las letras. Y permitidme que lo diga, pero es más terrible para la gente que vive alrededor del enfermo: mientras que el enfermo perderá incluso la consciencia del momento que vive, el acompañante verá como se olvida de todo, incluso de los ratos que pasaron juntos. Es por eso que el miedo a que alguien cercano lo padezca o puedas llegar a padecerlo tú, olvidando todo lo que te hace ser tú es un miedo casi tangible, material. Y están utilizando este miedo para esparcir el miedo a las vacunas.
Por eso, hablaremos del Alzheimer largo y tendido.
El Alzheimer es terrible. Así, con todas las letras. Y permitidme que lo diga, pero es más terrible para la gente que vive alrededor del enfermo: mientras que el enfermo perderá incluso la consciencia del momento que vive, el acompañante verá como se olvida de todo, incluso de los ratos que pasaron juntos. Es por eso que el miedo a que alguien cercano lo padezca o puedas llegar a padecerlo tú, olvidando todo lo que te hace ser tú es un miedo casi tangible, material. Y están utilizando este miedo para esparcir el miedo a las vacunas.
Por eso, hablaremos del Alzheimer largo y tendido.