Sé que con el post que voy a escribir ahora levantaré muchas ampollas. Pero es que tras ver el programa de Equipo de Investigación del pasado 10 de abril, las ampollas las tengo yo. Y como compartir es de buen cristiano, creo que deberíamos llevar unas cuantas ampollas entre todos. En dicho reportaje, veíamos cómo desalmados cargados de palabras bonitas y falsas esperanzas convencían a gente desesperada y sin conocimientos de comprar aparatos tan caros como inútiles. Aunque lo peor no es eso: lo peor fueron los primeros protagonistas del reportaje: Josep Pàmies y Teresa Forcades, que esparcen sus creencias pseudocientíficas por doquier a gente a quienes la medicina no ha podido ayudar.
El reportaje lleva por título Vendedores de milagros; no podría ser más adecuado.
La primera parte la dedican a un juicio contra unos charlatanes que vendían un medicamento falso. Este medicamento milagroso se basaba en las afirmaciones sin base alguna de un físico sin formación biosanitaria alguna y un hombrecillo que, habiendo pisado una facultad unos pocos meses, se publicitaba como biólogo. Ambos se presentaban como biólogos moleculares que tenían una panacea en sus manos. ¿Veis ya el truco? Estos dos farsantes se investían de una dignidad que no merecían y de una autoridad que jamás tuvieron para captar víctimas a las que sacarles el dinero. ¿Qué les aseguraban? Que se curarían de dolencias tan graves como el Alzheimer. Lógicamente, se les condena a 4 años por intrusismo y estafa. Personalmente, me parece poco. Mataron a personas. Personas que abandonaron tratamientos de demostrada efectividad por este supuesto milagro.
Pero hay más gente sin escrúpulos que, sin base científica alguna, va por las ciudades de España, amparados por instituciones públicas, como Universidades y Ayuntamientos, predicando las bondades de un producto que se utiliza como desinfectante de aguas (el famoso MMS) puede curar el SIDA, el ébola y hasta hace que su marido deje de roncar. Diciendo esto, ya sabréis que hablo del infame Pàmies y de la Forcades. Se basan en testimonios, consiguiendo una cercanía a la gente que no tiene la ciencia médica. Eso sí, cuando alguien intenta preguntarles, se niegan a contestar. El reportero aborda a la monja "¿Podemos hacerle unas preguntas?". La lacónica respuesta es "Casi que no". Cuando por fin se para, todo son evasivas. "¿Hay alguien que se esté lucrando?", le preguntan. "Yo no lo sé" y una huida apresurada es toda la respuesta que se recibe.
Pero, para no saberlo, los reporteros ubicados a la salida de la conferencia de estos dos impresentables comprueban cómo recogen una pasta gansa, pues todo el que sale deja un donativo. Es más, cuando salen, muchos confiesan haber usado el MMS, poniéndolo por las nubes. "Me curó una infección", dice una señora. Pero no dice qué infección, en qué condiciones y qué tratamiento estaba recibiendo. Un anciano confiesa que "el médico me había dicho que tenía cáncer de próstata" y achaca su curación a tomar el MMS, que, curiosamente, lleva encima. Eso sí, luego reconoce que no se dejó diagnosticar siquiera. Y el último paisano, dándoselas de sabihondo y queriendo pasar por alguien con algún conocimiento, suelta una afirmación falsa: "la quimioterapia tiene una efectividad del 5%". "Esto tiene una efectividad de un 80 o un 85", comenta después. ¿Qué se consigue con todo esto? Fomentar aún más el miedo, dándole una validez que no tiene al MMS, que, aparte de no tener ningún problema, además es más efectivo que la quimioterapia que es una mierda y te deja hecho idem. Y como no da beneficios, ¡triple combo! ¡Todos a beber lejía! Eso sí, añade que no es una panacea, pero ya hemos oído que cura el cáncer, la malaria (a la que Pàmies dirá que vence en 8 horas, más adelante en el reportaje), el SIDA y el ébola. Así que si no es una panacea, se le acerca mucho, ya que cura procesos tumorales, parasitosis por protozoos e infecciones virales (y bacterianas, si atendemos a la primera señora, ojo). Vamos, que si es antifúngico, lo tiene todo. Ah, no, espera. Que no es una panacea.
¿Pruebas? No, lo siento, aquí no vive. Sólo la bruja Forcades menciona un estudio. Estudio del que ni siquiera la Cruz Roja tiene noticia. ¿El resto? Todo testimonios. Que, como todos sabemos, son una prueba más que válida, claro. ¿Los estudios clínicos? Basura, papel para limpiarse el culo. Es mucho mejor oír los cuentos de gente, que seguro, seguro que no me quieren engañar, no como esos medicuchos... El propio Pàmies reconocerá más adelante que no tiene pruebas ninguna. Sólo testimonios de gente que "dice haber mejorado". Pero ningún documento que certifique que sus afirmaciones son ciertas.
Y el problema, como siempre, es que es muy barato y no da beneficio a nadie. A mí que me perdonen, pero si un productor de medicamentos tuviera una molécula barata que lo curase todo, los beneficios que obtendría esa empresa no serían despreciables. Hasta se los podría calificar de pingües. Precio bajo de producción, investigación nula y múltiples indicaciones. Es un negocio redondo. Así que, ¿que no hay beneficios? Venga ya... dejen de decir gilipolleces.
Por si esto fuera poco, cuando se intenta confrontar a Pàmies con la realidad, en un programa de radio, éste se encara con un farmacólogo que se atreve a ponerle los puntos sobre las íes. Es más, a esta entrevista se lleva a uno de sus perros guardianes, que va a defenderle como si fuera un rottweiler bien entrenado. Acusa, cómo no, a los investigadores, sugiriendo que no hacemos nada. Y yo, desde aquí, vuelvo a hacer un ofrecimiento que ya he hecho antes: tengo el equipamiento, la posibilidad y el entrenamiento adecuado para testar sus afirmaciones. Que me den tres años y quinientos mil euros para demostrar que lo que dicen es verdad. Podéis contactar conmigo aquí. Y empezamos mañana mismo a trabajar en ello. Aunque sospecho que ninguno de vosotros querrá pagar una investigación tan cara, claro. Debéis pensar que la investigación es sólo darle algo a la gente y preguntarle "¿Qué? ¿Te sientes mejor?".
Pero el peor momento de este bloque es cuando se ve a este farsante hablar en la Universidad de Barcelona. Y yo me pregunto una cosa. ¿Cómo es que estudiantes de Medicina, que se supone se están formando para tratar a pacientes y restablecer la salud, auspician y piden que este individuo dé una charla allí?
El resto del programa sigue el mismo patrón: unos venden un colchón oxigenador con fibras "fotobiológicas", sea lo que sea eso; una mesa de masaje coreana que, según un testimonio, "yo antes llevaba gafas y ahora no", y cuyo responsable se niega a contar nada; un aparato rarísimo de descargas eléctricas que prometía quitar los dolores y que ya está denunciado por haber causado quemaduras a las víctimas que lo compraron; tratamientos adelgazantes relámpago que prometen perder cuarenta kilos en dos semanas, pero sólo ofrecen un maquillaje muy efectivo y una sesión de photoshop; un curso rápido de inglés que asemeja las alas de un gorrión a espárragos y así se aprende que "Sparrow" significa gorrión; y otro curso de inglés que promete convertirnos en bilingües durmiendo. Por supuesto, ninguno de los responsables de estos milagros se digna a hablar y dar explicaciones. Excepto en el caso del curso de "Aprenda inglés en 7 días", cuyas excusas son tan patéticas como "ha estado en la lista de los más vendidos".
Algunos de estos ejemplos son tan ridículos que uno se pregunta cómo es posible que haya alguien tan estúpido que pueda creerse que una mesa de masaje pueda devolverle una visión perfecta. ¿En serio? ¿En serio alguien puede creerse semejantes testimonios? Pues sí. Y no es porque la gente sea estúpida ni mucho menos. Es, básicamente, porque son gente que sufre. Gente desesperada. La gente que sufre, por las razones que sean, necesita algo a lo que agarrarse, aunque sea a un clavo ardiendo. Valga como ejemplo lo que hace el sinvergüenza de Josep Pàmies en su blog:
Sí, habéis leído bien. Microdosis de marihuana. Si váis al programa, Pàmies se defiende diciendo que "Puse microdosis. Y puse microdosis para curarme en salud". ¿De verdad me estás diciendo, Josep Pàmies, que sin ser médico, biólogo, farmacéutico o cualquier otra profesión relacionada con la salud, estás recomendando un tratamiento a una madre? Esto podría convertirte en un delincuente por intrusismo profesional. Pero a una madre que ve como a su bebé le sacuden crisis epilépticas... ¿de qué le sirve? Sólo quiere que su bebé esté bien, quiere que los efectos secundarios no le afecten... Y si alguien de quien tiene buenas referencias le recomienda algo, le hará caso. Es su salvavidas en el océano, su clavo ardiendo. Y este individuo, que ya está imputado por cultivar marihuana se la habrá vendido, claro. O le habrá recomendado a un amigo que se la venda. A buen precio.
Señor Pàmies, le voy a contar un secreto: USTED NO ES MÉDICO. Ni sus lecturas ni sus experimentos con gaseosa le autorizan a recetar ni recomendar nada a nadie. Está poniendo en peligro la vida de personas sólo porque usted, aprovechándose de la desgracia ajena, está esparciendo su mierda por todas partes para lucrarse. Pero ahora poneos en el sitio de esa madre desesperada, sin saber todo esto que os estoy contando, y decidme que no os aferraríais a esa esperanza. Porque yo reconozco que sí lo haría. Afortunadamente, sé que este imbécil es sólo un farsante y ni siquiera buscaría información en su blog.
Señor Pàmies, le voy a contar un secreto: USTED NO ES MÉDICO. Ni sus lecturas ni sus experimentos con gaseosa le autorizan a recetar ni recomendar nada a nadie. Está poniendo en peligro la vida de personas sólo porque usted, aprovechándose de la desgracia ajena, está esparciendo su mierda por todas partes para lucrarse. Pero ahora poneos en el sitio de esa madre desesperada, sin saber todo esto que os estoy contando, y decidme que no os aferraríais a esa esperanza. Porque yo reconozco que sí lo haría. Afortunadamente, sé que este imbécil es sólo un farsante y ni siquiera buscaría información en su blog.
Y como Pàmies, podéis coger cualquiera de las situaciones que comenta el programa. El de la señora con dolores insoportables que compra un aparato carísimo y luego no le hace nada. El del abuelo que no puede ni andar e intenta que una camilla de masaje le cure. El del parado joven que quiere conseguir un trabajo. Todos son objetivo de estos farsantes: gente débil, gente con problemas, gente desesperada.
Ante estas situaciones es fácil entender que la gente inocente, la gente que no ha tenido acceso a un conocimiento científico se agarre a lo que sea. La desesperación nos ciega el juicio y un mínimo rayo de esperanza se recibe como si se hubiera abierto una claraboya. El dolor, la enfermedad y cualquier otro tipo de sufrimiento es algo no deseable y el recibir una negativa de un consuelo frustra muchísimo. Así que la tabla más inestable que se presente en ese proceloso océano es esgrimida como el más fiable de los transatlánticos. Estos son los inocentes, los que son engañados.
Del otro lado están los analfabetos científicos. Esos médicos, biólogos y demás que se dejan embaucar por el brillo del oropel. Esos profesionales que han pervertido su arte, que se han dejado engañar por chorradas sin comprobar. Supongo, y quiero suponer, que no esconden más que la más noble de las intenciones, pero alejándose del método científico, confunden correlación con causalidad y atribuyen propiedades milagrosas a algo que no las tiene. Es normal. en algún otro momento de mi vida yo también les di credibilidad. Utilizan una jerga pericientífica, utilizando el poder de la autoridad y tienen una labia increíble. Es fácil dejarse convencer. Tenemos como ejemplo a los homeópatas. Han tenido más de doscientos años para perfeccionar su neolengua particular. Muchos de ellos además tienen formación científica, con lo que pueden añadirla a su discurso, contribuyendo así a su credibilidad. Otro ejemplo de esto es la infame Odile Fernández, con sus recetas anticáncer. Pero otros, otros sí que tienen esa intención. Gente a la que les da igual el medio siempre y cuando se llegue a un fin. Pero no a ese fin, sino al del camino del dinero hacia su bolsillo.
Me imagino a los médicos que fueron a la conferencia de Pàmies en la Universidad de Barcelona. ¿Cuántos de ellos realmente creerían que ése señor estaba diciendo algo sensato? ¿Cuántos de ellos estaban realmente convencidos de que sus afirmaciones contenían algo de verdad? Es más, ¿cuántos de ellos tenían siquiera el espíritu crítico necesario para entender que lo que ese sinvergüenza decía no eran más que patrañas? Estos son los analfabetos científicos a los que me refiero. Gente que, escudándose en la medicina, en la más noble y alta de las ciencias (con permiso de todas las demás, claro), hacen más daño que bien, promocionando chorradas. Un tratamiento que no ha demostrado efectividad NO debe administrarse. Va contra el artículo 26.1 de su propio código deontológico. Y si como médicos no están dispuestos a cumplir con sus propias normas, es mejor para todos que no sean médicos. Y esto va para homeópatas, naturópatas y todos los -ópatas que no utilizan tratamientos que hayan demostrado efectividad. Frente a estos médicos que son analfabetos científicos, nos encontramos a la gente que, inocentemente, dan autoridad a dichos médicos. La gente confía en ellos, que se supone que deben ser quienes cuiden de su salud y la restablezcan. Pero dada la situación de desconocimiento absoluto que estos médicos esgrimen frente a la realidad, se convierten en verdaderas víctimas de estafas sanitarias.
Pero engañándolos a ambos están los verdaderos aprovechados. Los verdaderos Pàmies y Forcades que, basándose en la inocencia de unos y el analfabetismo científico de otros, van proclamando las bondades de moléculas, aparatos y tratamientos que no tienen nada de bueno, que provocan muertes por el abandono de los tratamientos que sí han demostrado ser eficaces. Estos vendedores de humo no tienen por qué ser médicos, biólogos, farmacéuticos o fisioterapeutas. Sólo espabilados con mucha labia, gente que utiliza 'palabros' que parecen cultos, como "fotobiológicos" o que realmente existen, como "vasoactivas". Con este lenguaje visten de científicas sus afirmaciones, aunque en realidad no tengan nada de científica. Se presentan como profesionales, con batas blancas, intentando conseguir la atención de la gente desesperada, que busca una salida a sus enfermedades; salida que no han podido encontrar. Ni ellos ni los médicos que los tratan. Y así es como gente con un ánimo de lucro insaciable se aprovecha del débil, del desesperado, para llenar las arcas.
Alguien me dijo una vez, en una partida de rol: "vendo los venenos baratos y los antídotos caros, porque acabar con una vida es fácil, pero salvarla es valioso". Este es el mismo principio que siguen Pàmies y toda la sarta de charlatanes que pueblan el reportaje de La Sexta. Aunque no vendieran venenos (que los venden o al menos lo recomiendan) sí venden los remedios. Y a precio de oro. Remedios que no han podido demostrar como eficaces. Y esto, en mi pueblo, se llama estafa.
En esta guerra contra los timadores, la inocencia y el analfabetismo científico son los culpables. La primera, por privarnos de herramientas con las que afrontarlos; y el segundo por darles a los estafadores más herramientas con los que atacarnos.
Estimado científico indignado,
ResponderEliminarGracias por este estupendo compendio del programa. Estoy de acuerdo punto por punto.
Yo soy un ingeniero indignado. Un saludo.
Gracias por tu comentario. Bienvenido al blog, Miguel.
EliminarAquí una psicooncóloga indignada. Por toda la desesperación, la angustia, y las ganas de vivir con las que juegan estos indeseables tenemos que seguir con esta cruzada. Es una cuestión de ética.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y bienvenida al blog, Beatriz.
EliminarPor ellos y por gente como tú es por lo que merece la pena seguir adelante con esto.
Completamente de acuerdo. Ví el programa, y tiene mérito mostrar lo que la TV pública muchas veces promociona. Y sí, es indignante ver como además de permitirlo las autoridades sanitarias (¿cómo se permite que Pàmies o Forcades nos vendan impunemente tales aberraciones?), casi siempre se promociona acríticamente desde los medios.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Bienvenido al blog, Francisco.
ResponderEliminarLa TV pública ha dejado de ser un servicio público para ser un servicio de voceo del partido del gobierno que, lo único a lo que parece querer aspirar es a recaudar, da igual de dónde. Y si para eso tiene que apoyar a este tipo de farsantes, pues da igual...
Perfecto, y ánimo con este trabajo. Yo muchas veces lo pongo en mi muro donde están amigos y familia no relacionada con la medicina, para ver si poco a poco va calando como el "nuestru orvallu" de Asturias.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Gracias por tu comentario. Bienvenido, Julius.
EliminarCalar no sé si calará, pero al menos denunciarlo.
Voy a bajar un poquito el listón; solo soy técnico electrónico, pero igual de indignado.
EliminarHace poco me encontré en la puerta de una consulta del Hospital Virgen de la Salud de Toledo, un anuncio de ¡ astrologia!...
A este paso pronto nos operará algún hechicero.
1
Muy buen artículo, como siempre. Creo que la indignación es compartida y va creciendo así que os recomiendo aunar esfuerzos y luchar contra estos estafadores porque ellos sí que están unidos, se ayudan entre ellos, sólo hay que ver las estrechas relaciones que hay entre Forcades, Enric Corbera, Miguel Jara y el propio Pàmies. Pero nosotros contamos con algo más poderoso: la verdad y perseguir una causa justa. Pero necesitamos coordinarnos y actuar en conjunto así que otras invito a uniros a APETP, Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (www.apetp.com).
ResponderEliminarGracias por la valiosa información que brindas.
ResponderEliminarNo soy médico ni nada que tenga relación con los estudios serios dice la salud.
Soy una persona que desesperada por el dolor y las enfermedades, probé con esos procedimientos pseudocientífico : homeopatía, biomagnetismo, PNL, brujería, y,en el camino de encontrar la salud, me convertí en terapeuta Reiki.
Vendí velas de colores para la salud, protección, abundancia, dicha y demás... que duraban 7 días encendidas (prohibido apagarlas) del tiempo que durarán prendidas, de la formación de la cera dentro del vaso al escurrirse y la forma del pabilo, prácticamente te hacías una lectura"médica" con tintes emocionales y conocimiento de energías ocultas)
En mi ciudad miles de personas hacen ricos a los que 'curan' con biomagnetismo, Flores de Bach, astrología, pastillas sin nombre para dolores de huesos y músculos, cámara de Sal Rosa del Himalaya, ozonoterapia, etc.
Estoy avergonzada por qué caí en eso como persona enferma buscando una varita de virtud que obviamente no existe.
Me siento orgullosa de no quedarme ahí, de haber estudiado sobre esa forma fraudulenta de actuar, de contrastar información y abrir los ojos.
Ahora me siento indignada por ver a tanta persona, que con estudios y cultura, acuden con estos charlatanes y no quieren ir más allá de la anécdota, del "a mí me sirvió"
Lo malo es que no quieren saber. Vamos retrocediendo a la edad de la superstición más primitiva en pleno siglo XXI
Hola María Gómez. Gracias por tu confesión, ocurre más de lo que nos creemos. En APETP tenemos socios que han pasado por esa etapa. Lo importante es saber rectificar y no cerrarse en banda ante las evidencias. Enhorabuena por tu valentía y tu bien hacer.
Eliminar