Antes de empezar con el post de hoy, me gustaría que todos y cada uno de vosotros os planteárais algunas cosillas. ¿Alguno de vosotros se posicionaría en contra de la teoría de la gravedad si entrevistara a un físico especializado en tal teoría? ¿Alguno de vosotros sentiría simpatía por un tarado que dijera que el ébola se cura con hierbas después de la epidemia que sufre África? ¿Alguno de vosotros ensalzaría una pseudoterapia peligrosa sólo porque da buen rollo? Si la respuesta es que sí, a alguna de las preguntas, a cualquiera, enhorabuena, hoy eres el protagonista de este post.
Sí, acabas de ser incluido en el grupo de los periodistas gilipollas. ¿Te ofende? ¿Te molesta? Cojonudo, me alegro muchísimo. ¿Sabes por qué? Porque el cabreo que tengo yo con tu estupidez es muchísimo mayor del que puedas tener tú porque alguien te espeta la verdad a la cara: que eres gilipollas. O al menos, ejerces de tal.
Sí, lo he hecho otra vez. Y aquí tienes una tercera: eres un periodista gilipollas. ¿Quieres una cuarta y hasta una quinta? Pues sólo tienes que repetir las actitudes que muestran esta periolista que entrevista a J. M. Mulet en el programa 'Para todos, la 2', la de esta otra que escribió sobre bioneuroemoción o la de esta otra que se emociona por entrevistar a un estafador. Oh, sí, si eres un periolisto igual te parezca bien que las tres compañeras de profesión se sitúen de un lado concreto. O simplemente lo hagas por mero corporativismo. Pero si eres un periodista de verdad, lo que te importará será dar información VERAZ, así, en mayúsculas. No sólo dar información. Y sabrás por qué esas compañeras tuyas son dignas de un rapapolvo.
Cuando se intenta dar información sobre política o deporte, es deseable que uno entierre sus propias ideologías y mire a la acera de enfrente y exprese las ideas de la forma más neutral posible. Tengo un blog de F1 y sé lo difícil que es desechar el sentimiento de simpatía que uno tiene por los pilotos españoles. Uno tiende a ponerse del lado de Alonso, Sáinz o Merhi por delante de Hamilton, Vettel o Verstappen. Pero si quiere dar una información suficientemente veraz, no puede negar los logros de los demás. En política pasa igual. Liberarse de la ideología propia para intentar informar correctamente es casi imposible. Pero cualquier periodista debe hacerlo. No sólo intentar hacerlo, sino hacerlo. Y si no sabes hacerlo, es mejor que te dediques a otra cosa. Los partidos y equipos necesitan directores de comunicación. Si vas a ponerte de lado de unos y otros, es lo mejor que puedes hacer.
Sin embargo, ¿me puedes explicar qué tiene de bueno la equidistancia en la realidad comprobada? Me refiero, ¿qué tiene de bueno posicionarse en contra de la gravedad en una entrevista? ¿Qué es lo que es tan atractivo de negar el aterrizaje del hombre en la luna? No, no me contestéis desde el punto de vista de la venta de periódicos, la audiencia o los clicks on-line. Me refiero desde el punto de vista de la información.
¿Es que alguno de vosotros escribiría algún artículo diciendo que si dejas de creer en la gravedad echará a volar? ¿De verdad alguien sería tan idiota para hacer esto? Entonces, ¿por qué alguien sería tan idiota de defender terapias estafadoras (¿Alternativas? Sí, claro, igual que la calvicie es un peinado alternativo) sin demostración científica alguna? ¿Por qué alguien sería tan idiota de defender una peligrosa pseudociencia por (y cito) "evitar siempre la subjetividad de mi parte"? ¿Por qué alguien sería tan idiota de defender a un charlatán que vende las mismas plantas que dice curan enfermedades tan graves como el cáncer, pero que no lo demuestra?
Hay quien apela a la ética para hacerlo. Pero que alguien me conteste a esta otra pregunta: ¿qué tiene de ético el defender a charlatanes, bocazas y estafadores como Pamiès (que además recomienda marihuana para bebés)? Otra vez acudiríais a la dichosa equidistancia. Lo malo es que la realidad es tozuda y se empeña en demostrar una y otra vez que, frente a ella, la equidistancia es ridícula. ¿Quieres defender la homeopatía? Lo siento, ya se ha demostrado que no funciona. ¿Quieres defender a un estafador que dice que una planta cura el ébola? Pídele primero que te lo demuestre.
El periodismo, como alguien dijo, es dar información. Pero no se puede dar la información de cualquier manera. Informar sobre peligros como la bioneuroemoción, posicionándose a su favor sin mostrar evidencias te convierte en cómplice de los que promocionan semejante estafa. Y en un autor de periodismo gilipollas. Se supone que los periodistas también tienen que revisar las fuentes, comprobar que las fuentes son fidedignas y contrastar la información recibida. Así que si vas a escribir sobre alguna memez, asegúrate de que la realidad no se ha encargado ya de desmentirla. Como ha hecho Sánchez Dragó sobre la llegada del hombre a la luna, por ejemplo.
¿Cuál es el problema entonces? Si parece que está claro en estos casos que tanto las periolistas están equivocadas y bien equivocadas... No, en este caso el problema no es que haya gente que pueda llegar a creérselo (que también, pero para eso hay mecanismos, como dar conferencias y escribir blogs, que es lo que hace Pamiès). El problema es el mismo que cuando una universidad acoge una de esas conferencias: el medio. Y es que un artículo periodístico puede darle una pátina de seriedad a algo que no lo es. ¿O a nadie le suena alguna polémica con algún personaje por un artículo de El Mundo Today? No es un periódico, pero lo parece, y algún cateto a veces hasta le da credibilidad.
Como decíamos al principio, la equidistancia es deseable para temas que generan opinión y deben generarla. Pero la ciencia, como es el caso, y más en la ciencia biomédica, que puede tener consecuencias graves para la salud humana, aunque puedan generar opinión, NO son opinables. Volvamos al ejemplo de negar la gravedad. Por mucho que uno piense que la gravedad es un invento de las "autoridades científicas", no va a echar a volar. Y en este caso, es lo mismo. Por mucho que tú opines que Pamiès o, por extensión, cualquier charlatán de feria que hable con un periolisto en cualquier medio, tienen razón, no la van a tener. Al menos hasta que demuestren que la llevan. Y ni una charla en la universidad ni una entrevista en la que salen con un lustre que no traían al entrar, te dan la razón. Al contrario, por mucho que intenten echarte mierda encima en la entrevista, como hacen en Para todos, la 2, tus afirmaciones no se convierten en falsas cuando la evidencia recogida la tienes de tu parte.
La equidistancia periodística, aunque te convierta en un medio de calidad cuando se trata de otras cosas, aquí lo único en lo que te convierte es en un cómplice de estos sinvergüenzas. Y esto es lo que te lleva al periodismo gilipollas en este caso. No cabe equidistancia en estos temas. Yo entiendo que vender un programa, un artículo o un periódico es muy atractivo, pero la evidencia no es opinable. Así que el encarnar una posición equidistante cuando hablas con un bioquímico, cuando tiene toda la evidencia de su parte, es estúpido. Ridículo. Si quieres ponerte enfrente de él para poder llevar a cabo una refutación, deberás tener al menos, alguna evidencia de calidad que pueda servirte de apoyo. Y si no la tienes, hacer de abogado del diablo no te va a servir. De la misma forma, si vas a entrevistar a alguien que hace afirmaciones extraordinarias, debes exigirle pruebas de lo que dice. Limitarte a aplaudirlo y darle palmaditas en la espalda sólo te convierte en cómplice.
Esto pone de relieve que los periolistos que se dedican al periodismo gilipollas no saben dónde poner la equidistancia. Y como no saben dónde ponerla, la ponen donde les sale de las narices. Así, encontramos medios en los que no cuestionan opiniones políticas que son perfectamente cuestionables, se ponen de lado de un equipo de fútbol en particular... pero luego, cuando la realidad se les pone enfrente como un muro, deciden olvidarse de ella en favor de la equidistancia que deberían poner en otro lado. Entiendo que el que paga, manda; entiendo que, como dije antes, cuando uno tiene una ideología, cometa algún desliz en sus informaciones. Pero, ¿qué sentido tiene dar pábulo a estos estafadores y sinvergüenzas que son los representantes de las timoterapias? ¿Por qué ponerse de su lado por mucho que se demuestre, una y otra vez, que no llevan razón? ¿Por qué interponer la equidistancia entre la realidad y la fantasía? Esto no es literatura, periolistos. Esto es la vida misma.
En la vida uno puede opinar que es mucho mejor el Barça que el Madrid, que Verstappen lo hará mejor que Sáinz o que Djokovic es peor que Federer. Y para dar la información, aquí sí, deberá esgrimir la equidistancia y relatar un Barça-Madrid, un Djokovic-Federer y el GP de China sin mostrar ningún favoritismo, desapasionadamente. Y eso le convertirá en un buen periodista. Pero igual que esa equidistancia le convierte en un periodista de verdad, el dar una información sobre medicina, defendiendo que la naturopatía, el reiki o la homeopatía tienen algún valor sobre la ciencia y las evidencias desde esa misma equidistancia te convierte en un patán.
Como decía antes, negar la gravedad no te va a hacer volar, como creer que el agua cura no va a quitarte un tumor por bañarte en el mar. En el primer caso, te tildarán de loco. En el segundo, mucha gente te pagará por dejarles bañarse en tu agua, abandonando tratamientos efectivos.
Y cuando un paciente abandona el tratamiento probado, se pueden producir muertes. Ayudar a expandir esa creencia te convierte en cómplice de las mismas. Así que, amigo periolisto, si te queda algo de honestidad, pregúntate si la equidistancia que exhibes procede o no procede. Y si la usas no procediendo, no te quejes si alguien te dice que estás haciendo periodismo gilipollas.
Fenomenal post. 100% de acuerdo.
ResponderEliminarExcelente, de acuerdo.
ResponderEliminarGracias.
Muy buen post
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