Llegan las elecciones y, los que me habéis leído, ya os habréis acostumbrado a una de mis coletillas: llegan las elecciones y los políticos se llenarán la boca de promesas sobre la ciencia. Y seguro que estáis al tanto de la promesa de Albert Rivera acerca de reinvertir lo que se gasta de sobra en el AVE en la investigación científica. Hasta aquí, parece hasta razonable: dinero que se gasta de sobra en una parte, trasladarlo a donde falta. Pero, ¿es tan bonito como lo pintaba el flamante candidato o es tan sólo la zanahoria con la que se intenta mover al borrico? Pues a decir de Diego Comín, que ha colaborado en la redacción de su programa, no. Y es que se deja llevar por uno de los cánceres de la visión española: la inmediatez.
Cuenta el señor Comín, en una entrevista digital que en España no inventamos nada ni adoptamos nuevas tecnologías. Su solución es, según sus palabras, que los científicos dediquemos buena parte de nuestros esfuerzos a solucionar los problemas que las empresas planteen. El economista relata que implantar una innovación, cuando no hay demanda, es gastar dinero para nada. Su propuesta, por lo tanto, es poner en contacto los centros públicos de investigación con las empresas para que estas les digan qué necesitan y los investigadores pongan todos sus esfuerzos en solucionar esas carencias que tienen las empresas. Se erige Comín en adalid de la investigación aplicada, negando dinero a quienes (y cito textualmente) se dediquen a mirar los océanos o las estrellas. Su objetivo con esto es resolver los problemas de forma rápida, eficiente y barata, potenciando los centros que se plieguen a estas condiciones porque son los que serán útiles para la sociedad.
¿A alguien más le parece que este personaje tiene muy poquita idea de cómo funciona la investigación?
Yo igual no soy un gran experto, ojo. Quizá llevar un par de décadas dedicándome a dar bandazos por laboratorios y universidades intentando ganarme la vida no me dé suficiente perspectiva para mirar el problema desde su ángulo, pero cada vez que vuelvo por alguno de los sitios donde he trabajado, aunque sea por saludar, o veo a algún colega en un Congreso, me encuentro con que los grupos, la gente, sigue trabajando en los mismos problemas, con otros enfoques, en puntos distintos, pero siempre en las mismas líneas. Un ejemplo: el laboratorio donde yo realicé mi tesis doctoral investigaba en las alteraciones del sistema somatostatinérgico cerebral en enfermedades neurodegenerativas. Hablando con mi director de tesis hace un par de semanas, siguen trabajando en las mismas líneas, pero ahora buscando distintos tipos celulares en los que se expresan unos receptores y otros, buscando qué tipo celular es el que hay que inhibir o estimular en enfermedades tales como el Alzheimer o la esclerosis múltiple, cambiando el target entre el sistema nervioso y el sistema inmune, el plegamiento de proteínas y demás.
Hace ya varios años que salí de allí, y las líneas siguen siendo vigentes.
Igual es que para Comín, el Alzheimer o la esclerosis múltiple no son un problema que resolver, pero para los enfermos que sufren estas patologías seguro que lo son. Sin embargo, con el planteamiento del economista colaborador de Ciudadanos, las investigaciones de mi director y amigo no deberían sufragarse. ¿Por qué? Pues básicamente porque no tienen una aplicación rápida, eficiente y barata. ¿Qué es lo que espera el señor Comín? ¿Que saquen alguna sustancia, lo que sea, que retrase el avance del Alzheimer de la forma que sea? Pues tengo una palabra para el señor Comín que le vendría muy bien: talidomida.
Me hace mucha gracia que este señor acuse a España de tener una visión cortoplacista, después de hacer él estas afirmaciones. Porque para poder obtener una financiación de la red que pretende crear, el trabajo de los centros que se adhieran a dicha red debe dar rendimientos de forma rápida. ¿Qué entiende el señor Comín por "rápido"? ¿Es lo mismo que entendemos por rápido en investigación? ¿O pretende acaso el señor Comín que salgan al mercado productos que luego den problemas? ¿Os imagináis qué podría ocurrir si se financia la producción de un medicamento contra el Alzheimer que luego produce cáncer cerebral o cirrosis hepática? ¿Os imagináis qué ocurriría si se financia la producción de un medicamento contra el cáncer que luego induzca Parkinson o esclerosis múltiple? ¿Os podéis imaginar el desastre que sería eso?
Dice el señor Comín que hay que identificar el problema y yo tengo el suyo identificado. Y es que parece que no tiene muy claro que la investigación aplicada sale de la investigación básica que es la que necesita más dinero y más acuciantemente.
Sé que no lo va a leer, pero ¿y si sí?, que dice el cómico. Así que voy a intentar darle un par de consejos al señor Comín, ya que él se permite hablar de mi trabajo como si lo conociera al dedillo.
Señor Comín, la investigación no es una carrera de velocidad, sino de fondo. Esto no quiere decir que no haya que ir rápido, sino que hay que dosificar e invertir bien. Pero invertir bien no significa únicamente invertir en lo que da dinero. Porque invertir en investigación aplicada si esta no tiene una base sobre la que trabajar sí sería tirar el dinero. Entiendo perfectamente que hay que sacar dinero de hasta de debajo de las piedras si es preciso, y que habrá que potenciar la investigación que produzca beneficios, pero incluso esta necesita conocimiento del que nutrirse si es que pretende llegar a alguna parte. Así que perder la mirada al océano o las estrellas es un error de bulto.
Como mucho cuñao que hay por ahí suelto, al señor Comín lo que le viene valiendo es la inmediatez. La visibilidad. Sin embargo, al señor Comín le convendría recordar que el GPS que lleva en su coche, móvil o lo que sea no habría llegado a desarrollarse si no fuera porque un día alguien puso su mirada en las estrellas para colocar allí el satélite que lo guía. Y pongo el ejemplo más obvio, pero gracias a la investigación astrofísica tenemos muchas de las comodidades que tenemos hoy. Estoy seguro de que el señor Comín habrá sido uno de los que puso el grito en el cielo cuando la sonda Philae se posó en el cometa preguntándose: ¿y por qué se ha gastado ese dineral en poner una lata en una roca a chiquiticientos millones de kilómetros?
Pues verá, señor Comín, eso se lo explicará mucho mejor el señor Daniel Marín en su post dedicado a Philae en Naukas, pero la conclusión que se puede sacar es exactamente lo mismo que le puedo decir yo: aunque usted ahora no lo note y no llegue a percibirlo, los beneficios de la Philae llegarán. Porque todos los datos recogidos nos llevarán a crear conocimiento nuevo que se aplicará en la creación de tecnología nueva. Pero sin ese paso previo de investigación básica, de recogida de datos, no vamos a ninguna parte.
Yo conozco mucho mejor el caso de la investigación biomédica. Estoy de acuerdo con usted en que la inversión en el desarrollo de moléculas que ataquen el cáncer, el Alzheimer o el Parkinson es primordial, pero para poder crear dichas moléculas y que tengan una efectividad superior hay que describir muy bien el cáncer, el Alzheimer y el Parkinson. Si no sabemos cuáles son los mecanismos subyacentes a las enfermedades no podemos atacarlas como es debido. Generaremos medicamentos capaces de retrasarlas y paliarlas, algo muy deseable, pero no estaremos acabando con ellas. Siempre pongo un ejemplo muy basto, pero que se entiende muy bien: la lejía mata a las células tumorales, pero a ningún oncólogo en condiciones se le ocurre tratar los tumores con lejía o administrar la lejía a sus pacientes. ¿Imagina, señor Comín, que al comprobar que la lejía mata las células cancerígenas nos hubiéramos dedicado a administrar lejía a los pacientes de cáncer y nos hubiéramos quedado ahí? ¿Se imagina el perjuicio que habría causado semejante necedad?
Las cosas, en investigación como en política, hay que hacerlas bien. Y créame, crear una red de investigación aplicada está muy bien. Pero negar la financiación a la investigación básica porque no genera dinero es el mayor error que podría cometer. Sin los pilares de la investigación básica, no se puede construir el edificio de la investigación aplicada. La investigación básica es la responsable de generar el conocimiento que sostendrá los avances de mañana y estos no serán posibles sin ella. Existe el mal endémico entre los políticos y economistas de que sólo es útil lo que da dinero. Pero se les olvida que lo útil no daría dinero si detrás de lo útil no hubiera un conocimiento que lo convierta en útil. ¿Trabalenguas? Quizá.
Así que quizá es mejor que se siga mirando a los océanos y a las estrellas. ¿Le suena Pharmamar? Mirando al océano pretendían encontrar moléculas con efectos antitumorales. ¿Y si encontraran lo que pretenden? Si dejamos de mirar a los océanos, el beneficio se lo llevarán otros. Y se trata de llevárnoslo nosotros.
Y la solución, sí, está en coordinar la investigación básica y la aplicada, en crear sinergias entre la financiación pública y la privada. Pero la solución que usted busca es darle el dinero público a la empresa privada, que se ahorrará el dinero de su propia I+D porque ese trabajo se lo hará el sector público. La solución es mejor que la actual (en que mucho del dinero público acaba en manos privadas), pero sigue siendo regalarle dinero y esfuerzo público a los sectores privados, que se ahorrarán costes. ¿Es que a nadie se le ha ocurrido que la solución está en dar ventajas fiscales a las empresas que financien investigaciones públicas relacionadas con su actividad? ¿A nadie se le ha ocurrido que la solución está en dar subvenciones públicas a la investigación pública y subvenciones de tipo crédito a la investigación privada? Soluciones hay muchas y muy variadas, por supuesto. Las hay para todos los gustos. Pero lo que no puede ser la solución es olvidarse de la investigación básica para centrarse en la aplicada, porque sin base sobre la que apoyarse, la investigación aplicada será inútil. Porque otros tendrán una base mejor y mayor y las aplicaciones que desarrollen también serán mejores, dejándonos obsoletos.
Le voy a recomendar un post del gran José Manuel López Nicolás, uno de los mejores divulgadores científicos de este país en el que demuestra, claramente, cómo la investigación básica de Seaborg, que descubrió un isótopo de yodo, salvó a su madre de un cáncer de tiroides. Sin el trabajo de investigación puramente básica, no tendríamos este tratamiento.
Así que antes de plantearse si hay una investigación útil, la que da dinero, y una investigación inútil, la que mira a los océanos o las estrellas, plantéese si existiría alguna investigación que dé dinero sin haber mirado antes a los océanos o las estrellas.
Gracias a José Luis Sampedro por sugerirme este tema a tratar, por el link de la noticia y por ser un seguidor tan entusiasta.
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